La mayoría de los seres humanos creemos que todo sucede ‘por algo’, que todo tiene un porqué, por eso cuando la casualidad aparece en nuestra vida mueve todos nuestros cimientos y tenemos la sensación de estar manejados por una fuerza superior que escribe nuestro destino”, señala el periodista  y escritor Josep Guijarro.
Y sabe de lo que habla, porque lleva cuatro años investigando las coincidencias, sincronizaciones o casualidades, y recopilando casos sorprendentes en los que dos o más personas, cosas, sucesos o fenómenos coinciden en un momento o lugar, o a veces el presente y el pasado se entrecruzan debido al azar o a una fuerza mayor, aún insondable e incomprensible. “Las coincidencias juegan un papel importante cuando iniciamos una nueva relación amorosa y tenemos nuestra primera cita, buscamos –consciente o inconscientemente– puntos en común, como nuestro signo del Zodíaco, nuestras aficiones, gustos musicales o gastronómicos, entre otros”, señala Guijarro.   Cuanto más indagamos en esa primera vez, más nos acercamos. Como si los eventos personales de cada uno y el universo de las coincidencias, siempre subjetivo, nos aproximara para llegar a una conclusión inequívoca: el destino nos ha elegido a ti y a mí, nena. Necesitamos el Sí cósmico.    “Las coincidencias nos entusiasman y nos empujan a cambios vitales, al despertar de nuestra conciencia para hacernos avanzar”, explica Guijarro, quien añade que, a menudo, también nos empujan a entrar o salir del amor, como lo revelan algunos casos descritos en su segundo libro sobre este tema, titulado Más coincidencias imposibles.

 

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Historia de amor predestinado
  El 9 de agosto del 2008 tuvo lugar en la iglesia de St. John, en Kingsthorpe (Reino Unido), el enlace matrimonial entre Dale Wilson y Kelly Robinson. Ambos nacieron en la misma sala del mismo hospital y el mismo día, pero sorprendentemente sus vidas no volvieron a cruzarse hasta veinte años después, el 10 de abril del 2006, cuando una flecha de Cupido los juntó, sin que entonces pudieran sospechar que en realidad ya se conocían, porque sus madres habían dado a luz al mismo tiempo y en el mismo sitio.  

 

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Un mensaje por error 
  Kasey Bergh, una divorciada de 53 años, se confundió de número y le envió por error un mensaje con su móvil a un desconocido, creyendo que se lo enviaba a un compañero de trabajo. Aquel mensaje lo recibió un apuesto joven de 23 años llamado Henry Glendening, quien le respondió educadamente que ella se había equivocado, pero le propuso a la sorprendida Kasey que se vieran algún día. Tras una semana de intercambio de mensajes de texto, Henry consiguió una cita a ciegas, Cupido lanzó su flecha, se produjo la conexión entre ambos y, dos años después, en el 2015, se casaron.  
 

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Infidelidad descubierta 
  Marina Voinova y su novio Alejandro rompieron una relación de cinco años a causa de una fotografía descubierta, casualmente, en Yandex Maps (el equivalente ruso de Google Maps). Marina buscaba desde el ordenador de la oficina una dirección de Perm (Rusia) y al visualizar una imagen tomada por un coche que capta panorámicas mientras circula y publicada en esa web, descubrió al infiel agarrado del brazo de su primera novia. 

 

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Cupido viaja de Ecuador a Alemania Leonardo, de nacionalidad ecuatoriana, a los 6 años se fue a vivir a Barcelona (España), donde se hizo amigo inseparable de Gaby, una niña de su misma nacionalidad. Cuando ella tenía 16, su familia regresó a Ecuador y los jóvenes perdieron completamente el contacto. Pasaron los años y Leo se hizo adulto. En el 2013 viajó a Hannover para aprender alemán, y el primer día de clase le llamó la atención una voz en castellano. Era Gaby, ¡su mejor amiga de la infancia!, en la misma academia y con el mismo horario